jueves, 24 de octubre de 2019

Mitos sobre la pobreza



1) Ver el capítulo del informe Klikdberg acerca de los mitos sobre la pobreza.

2) ¿Cuáles son los mitos sobre los pobreza? Enumerarlos.

3) ¿Hemos oído acerca de esos mitos? ¿En qué momentos? ¿De qué personas? ¿He creído alguno de estos mitos?

4) ¿Cuáles son las soluciones planteadas por Bernardo Klikdberg para solucionar la pobreza? ¿Se están intentando algunas soluciones? ¿Cuáles?

5) ¿Qué solución propondrías?

domingo, 20 de octubre de 2019

Temas

1) ¿Qué es la Geopolítica? Una breve introducción a una ciencia que es importante conocer.

2) Constituciones sociales alrededor del mundo y la Constitución del 49' en Argentina.

3) La desigualdad. La brecha entre ricos y pobres como problemática.

Espero sus votos o sugerencias en los comentarios.

viernes, 30 de agosto de 2019

Análisis de la obra "La fiesta del monstruo".

José Pablo Feinmann analiza las obras a través de las cuáles los sectores no populares caracterizan a los sectores populares. Les pido presten especial atención al segmento final del vídeo dedicado al cuento de Borges y Bioy Casares, "La fiesta del Monstruo".


Actividades

Sigue vigente la actividad para el próximo jueves. Hay que caracterizar las ideas de los principales partidos políticos, coaliciones o frentes que se presentan a elecciones.
Les pueden servir como lectura las dos entradas publicadas anteriormente.
Tengan en cuenta que deben enviar los trabajos y sugerencias de temas para debate a la siguiente dirección de correo electrónico: "numancia@live.com.ar".

Condiciones para la aprobación del trabajo:
1) Utilizar la fuente Arial, tamaño 12. Interlineado 1,5 y centrado.
2) Tienen libertad para consultar los textos que crean convenientes para construir sus argumentaciones, en cualquier caso deberán citar la fuente a la que hacen referencia al pie de página.
3) Pueden realizar consultas.
4) Fecha de entrega jueves 5 de Septiembre.




El concepto de Comunidad Organizada en Juan Domingo Perón

Por ARITZ RECALDE *  


“La comunidad organizada debe conformarse a través de una conducción centralizada en el nivel superior del gobierno, donde nadie discute otro derecho que el de sacrificarse por el pueblo; una ejecución descentralizada y un pueblo libremente organizado en la forma que resulte más conveniente a los fines perseguidos”.
Juan D. Perón, 1974
El concepto de Comunidad Organizada fue desarrollado por Juan Perón en el año 1949. Asimismo, la noción aparece mencionada por el mandatario en otras oportunidades y ocupó un lugar importante en su libro Modelo Argentino para el Proyecto Nacional del año 1974.
En una gran síntesis, la noción de Comunidad Organizada está fundada sobre tres ideas fuerza:
Primero: la República Argentina debe edificar un nuevo proyecto de civilización alternativo al capitalismo liberal. La Comunidad Organizada es un programa de democracia social, participativa y humanista que reconoce y que garantiza los derechos de las personas y que establece una clara conciencia de sus obligaciones. El individuo solamente se realizará en una Comunidad liberada y su destino estará directamente ligado al del conjunto de la colectividad.
Segundo: La Comunidad Organizada es una democracia participativa y está edificada en torno a la acción de las organizaciones libres de pueblo. El sujeto político de la Revolución Justicialista es el pueblo organizado autónomamente y no el individuo egoísta (liberal) o el Estado colectivista (comunista).
Tercero: en el plano geopolítico mundial, la Comunidad Organizada es un proyecto de civilización alternativo al individualismo capitalista y al colectivismo soviético. Ambos sistemas fracasaron y producto de ello la humanidad está inmersa en una crisis política, económica, social y moral profunda.

  1. El libro La Comunidad Organizada“La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva”.
    Juan D. Perón, 1949
    El libro La Comunidad Organizada se compone con pasajes del discurso[1] de Juan Perón en el cierre del Congreso de Filosofía, realizado en la Universidad Nacional de Cuyo el día 9 de abril del año 1949.
    No existe acuerdo sobre la autoría definitiva del texto que Juan Domingo Perón leyó en el Congreso. Carlos Piñeiro Iñiguez, Alberto Buela, Norberto Galasso y Oscar Castellucci coinciden en que no hubo solamente una pluma en la escritura de la Comunidad Organizada. Estos investigadores destacan el hecho de que el libro pudo haberse conformado con contribuciones de Nimio de Anquin, Carlos Astrada, Hernán Benítez, Ireneo Fernando Cruz o Arturo Enrique Sampay. Perón habría delineado el esquema inicial de las ideas generales y luego corrigió y editó el texto definitivo con el conjunto de esos otros aportes.
    El libro se organiza en 22 capítulos que introducen conceptos teóricos y breves reflexiones históricas, abordando temas de filosofía, de religión, de historia de Europa y de teoría del Estado, entre otras cuestiones.
    En la obra se hace un repaso de algunas corrientes políticas e intelectuales que formaron lo que se denominó como el “espíritu americano y las bases de la evolución ideológica universal”. Para explicitar su origen, Perón expuso sucintamente el proceso histórico y cultural por el cual la sociedad medieval varió de un sistema asentado en torno a valores religiosos, hacia un proyecto de culto al hombre y a la racionalidad moderna.
    El ex Presidente describió las ideas y conceptos formulados en la Edad Antigua, centralmente en la tradición grecorromana. Puntualizó algunos rasgos de la Edad Media que, según él, “produjo santos y demonios, pero en su desolación, en su pobreza, con el horizonte teñido siempre por los resplandores de los incendios, no le quedaba al hombre otro escape que poner sus ojos y su esperanza en mundos superiores y lejanosLa fe se vio fortalecida por la desgracia”. Se refirió puntualmente a la escolástica de Santo Tomás y a las nuevas ideologías del Renacimiento, en la antesala de la Edad Moderna. Acerca del Renacimiento sostuvo que “sobre las ruinas de los castillos feudales edificaron su trono las nuevas monarquías. A la idea de aventura sucedió la empresa (…) El Estado tardará todavía en sobrevenir, pero en torno a los monarcas, depositarios de un mandato ideal, representantes de lo que siglos después será el concepto de nacionalidad, empieza a gestarse la vida de los pueblos modernos”.
    La Comunidad Organizada introduce brevemente las nociones de los pensadores Sócrates, Aristóteles, Platón, Santo Tomas, Spencer, Hobbes, Spinoza, Voltaire, Fitche, Montesquieu, Kant, Comte, Darwin, Vico, Descartes, Rousseau, Hegel, Marx, Berkeley, Bergson, Schelling, Heidegger y Kierkegaard, entre otros.

    Contexto histórico de producción de la Comunidad Organizada
    El libro se formuló luego de la hecatombe humana producida en las dos Guerras Mundiales. El Congreso de Filosofía de Mendoza se realizó en un contexto internacional caracterizado por el enfrentamiento entre los bloques del comunismo soviético y del capitalismo norteamericano.
    Tras la conflagración mundial, el orden geopolítico organizado por Europa se desmoronó y se inició un ciclo de revoluciones anticoloniales, caracterizado por el surgimiento de nuevos Estados de raíz nacionalista.
    La propuesta de Comunidad Organizada anticipó, en muchos aspectos, la actitud que tomaron varios de los nuevos gobiernos frente a los dos grandes imperialismos de posguerra. Con antelación a que se produzcan los sucesos, la postura de Perón en su “tercera posición” expresó lineamientos y principios que conformarían el Bloque de países No alineados, que tuvo nacimiento en la Conferencia de Bandung en el mes de abril del año 1955[2].
    El Congreso de Filosofía de Mendoza se realizó el mismo año que la reforma de la Constitución Nacional y de algunas constituciones provinciales. Tal cual sugiere Alberto Buela, la Comunidad Organizada fue la doctrina política que guío a los congresales oficialistas en la refundación institucional de la Revolución Justicialista.
    El materialismo y la crisis de la civilización
    “La crisis de nuestro tiempo es materialista. Hay demasiados deseos insatisfechos, porque la primera luz de la cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha descubierto lo que es bueno poseer mejor que el buen uso que se ha de dar a lo poseído o a las propias facultades”.
    Juan D. Perón
    El punto de partida de la Comunidad Organizada es el hecho destacado por el líder justicialista acerca de que “la sociedad y el hombre se enfrentan con la crisis de valores más profunda acaso de cuantas su evolución ha registrado”. En occidente habían desparecido las “tesis fundamentales” del orden social y el relativismo y el desconcierto ético y político eran la norma.
    Perón mencionó que si bien el sistema capitalista generó un “progreso económico” importante, no erradicó los enfrentamientos entre clases y países y tampoco evitó los padecimientos sociales y espirituales. En dicho escenario histórico, las ideologías políticas liberales y comunistas no podían ofrecer al hombre una solución a su padecer cotidiano y menos aun convertirse en una alternativa civilizatoria emancipadora. Perón consideró críticamente tanto “el individualismo amoral, predispuesto a la subversión, al egoísmo, al retorno a estados inferiores de la evolución de la especie”, como la “interpretación de la vida que intenta despersonalizar al hombre en un colectivismo atomizador”. En el origen de estas ideologías había una matriz materialista que justificaba la explotación y la lucha de las personas y de los grupos.
    El liberalismo auspiciaba el egoísmo individual y la acumulación desenfrenada de riqueza como valores fundamentales y ponía a la humanidad en un estado de guerra permanente. Hobbes había formulado con exactitud ese estado de conciencia del hombre caracterizado por la mera ambición, en un “momento en que las luces socráticas y la esperanza evangélica empiezan a desvanecerse ante los fríos resplandores de la Razón, que a su vez no tardará en abrazar al materialismo”.
    El líder justicialista caracterizó críticamente el modelo del consumismo capitalista. El individualismo de la modernidad postulaba que el acceso ilimitado a los bienes materiales y la competencia entre los hombres eran los motores fundamentales del desarrollo. Perón sostuvo que la disputa por mantener privilegios económicos no mejoró la vida en comunidad, sino que derivó en un “egoísmo, que forjó la lucha de clases e inspiró los más encendidos anatemas del materialismo”.
    En el siglo XX perdían hegemonía los ideales liberales de supuesto progreso lineal e ilimitado y carecían de legitimidad muchos de los fundamentos de la cultura occidental que habían guidado nuestra organización nacional. Resultado de esta matriz cultural, se habían erosionado los valores del orden justo, de la búsqueda de la verdad trascendente y de la construcción de una comunidad igualitaria y libre.
    La alternativa marxista
    “En el mundo, sin llegar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la colaboración social y la significación de la humanidad constituyen hechos, no tanto deseables cuanto inexorables”.
    Juan D. Perón
    En la Comunidad Organizada Perón realizó referencias explicitas a la obra de Marx y puntualizó su influencia en los movimientos de izquierda y en la formulación de una teoría del Estado colectivista.
    El mandatario conceptuó negativamente el postulado acerca de que la lucha y el odio de clases podían oficiar como motor de la historia. En sus palabras “Cuando Marx nos dice que de las relaciones económicas depende la estructura social y su división en clases y que por consiguiente la Historia de la humanidad es tan sólo historia de las luchas de clases, empezamos a divisar con claridad, en sus efectos, el panorama del Leviathan. No existe probabilidad de virtud, ni siquiera asomo de dignidad individual, donde se proclama el estado de necesidad de esa lucha que, es por esencia, abierta disociación de los elementos naturales de la comunidad”.
    Perón considera que la lucha y los rencores de clase debilitan los vínculos sociales y hacen dificultosa la vida en comunidad. El marxismo promovió un modelo de Estado que tendía a “despersonalizar al hombre en un colectivismo atomizador” y “el individuo marxista es, por necesidad, una abdicación” a la libertad individual. La evolución de esa ideología podía derivar en un autoritarismo que cercenara la autonomía del pueblo y que conformara así una “imposición mecánica en continua expansión y siempre hipócritamente razonada”.
    En la óptica de Comunidad Organizada, la democracia se establecerá a partir de la acción de las organizaciones libres del pueblo creadas de abajo hacia arriba, por voluntad de sus miembros y no por imposición estatal. Es en este sentido que Perón estableció que “nosotros somos colectivistas, pero la base de ese colectivismo es de signo individualista, y su raíz es una suprema fe en el tesoro que el hombre, por el hecho de existir, representa”.
    La Comunidad Organizada y la igualdad social
    La igualdad era la base a partir de la cual construir la Comunidad Organizada y dicha condición tenía que ser consagrada por la actividad política. Perón argumentó que “la ciencia puede resolver en la abstracción los problemas, partiendo de premisas igualmente abstractas, pero en la vida de las comunidades los efectos de esas oscilaciones suelen ser muy otros (…) Incumbe a la política ganar derechos, ganar justicia y elevar los niveles de la existencia”. 
    El punto de partida, para fundar el nuevo orden histórico, surgiría a partir de consagrar un “dispositivo social” tendiente a eliminar los extremos de desigualdad. Una vez emancipado el hombre de su condición de explotación, la Comunidad iba a “difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar, sino por la difusión de ese disfrute, abriendo sus posibilidades a sectores cada vez mayores de la humanidad”.
    Pilares doctrinarios de la Comunidad Organizada
    Para construir la Comunidad Organizada los pueblos debían desarrollar un ideal de justicia que estructure y que garantice en el tiempo el progreso del conjunto social. Con esta finalidad, el texto recuperó diversas tradiciones culturales e intelectuales a partir de los cuales se conformó el “espíritu americano”.
    Hay dos grandes principios que fundaban el origen de la Comunidad Organizada y eran la tendencia del individuo a vivir en sociedad y su búsqueda y deseo de igualdad y armonía humana.
    Perón mencionó en varios pasajes del libro que nuestra cultura se integraba con valores de la tradición grecorromana. Aristóteles había descripto con claridad la condición social del ser humano que vive en la ciudad y que subordina su individualidad a un proyecto de integración colectiva superior. Perón detalló que este pensador entiende que “el hombre es un ser ordenado para la convivencia social; el bien supremo no se realiza, por consiguiente, en la vida individual humana, sino en el organismo super-individual del Estado; la ética culmina en la política”.
    De Grecia emanaba un renovado concepto de la democracia y una teoría de las virtudes de la vida en comunidad. Perón consideró que dicha tradición de Estado griego “alcanzó en Roma su cúspide. La ciudad, hecha imperio, convertida en mundo, transfigurada en forma de civilización, pudo cumplir históricamente todas las premisas filosóficas”.
    Sin negar su condición histórica progresista, Perón mencionó críticamente que el concepto de democracia grecorromano se organizó sobre principios culturales de desigualdad y de opresión étnica, racial y de género. La democracia helénica y el Imperio Romano habían desenvuelto políticas colonialistas sobre los otros pueblos, organizando relaciones de esclavitud.
    Perón remarcó el hecho de que el Cristianismo introdujo una nueva noción de la igualdad entre los hombres y pueblos. A diferencia de Grecia y de Roma, la fe católica inauguró una liberación que “enriqueció la personalidad del hombre e hizo de la libertad, teórica y limitada hasta entonces, una posibilidad universal”. El Cristianismo se conformó como una doctrina de contenido revolucionario, en la medida que auspició la igualdad de todos los hombres frente a Dios y fundó el valor de que “no existe la desigualdad innata entre los seres humanos, que la esclavitud es una institución oprobiosa y que emancipase a la mujer; una fuerza capaz de atribuir al hombre la posesión de un alma sujeta al cumplimiento de fines específicos superiores a la vida material, estaba llamada a revolucionar la existencia de la humanidad. El Cristianismo, que constituyó la primera gran revolución, la primera liberación humana, podría rectificar felizmente las concepciones griegas. Pero esa rectificación se parecía mejor a una aportación”.
    Perón consideró que con el transcurso del tiempo ambas tradiciones se articularon y la democracia se organizó evolucionando a partir de “la familia”, de manera que “su unidad se convierte en plasma que a través de los municipios integrará los estados, y sobre la que descansarán las modernas colectividades”.
    En varios pasajes de la Comunidad Organizada hay referencias a los aportes a la cultura occidental de Santo Tomás, quien postuló que el “Estado es la educación del hombre para una vida virtuosa”. Perón interpretó que el tomismo propugnó un concepto humano distante del “individualismo anárquico” y que presentó los valores “espirituales”por sobre  los “materiales”, destacando que “el hombre era sólo algo que debía perfeccionarse, para Dios y para la comunidad”.
    El concepto histórico de vida en Comunidad de Grecia, del Cristianismo y el tomismo tendrá en diversos autores de la modernidad una refundación y una revisión positiva y constructiva. Entre otros, Perón recuperó la figura de Rousseau que si bien afirma el valor del individualismo, luego “lo integra en una comunidad y suma su poder en el poder de todos para organizar, por la voluntad general, la existencia de las naciones (…) llamará pueblo al conjunto de hombres que mediante la conciencia de su condición de ciudadanos y mediante las obligaciones derivadas de esta conciencia, y provistos de las virtudes del verdadero ciudadano, acepten congregarse en una comunidad para cumplir sus fines”.
    Los límites ciencia moderna como ordenadora social
     “Voces de alerta señalan con frecuencia el peligro de que el progreso técnico no vaya seguido por un proporcional adelanto en la educación de los pueblos”.
    Juan D. Perón
    Juan Perón presentó a la Comunidad Organizadacomo una propuesta de civilización alternativa al liberalismo y al marxismo. Según postuló en el epígrafe, el mandatario suponía que la refundación de la organización social no iba a efectuarse sobre los principios del progreso técnico. El mandatario justicialista consideró que la racionalidad científica moderna era incapaz de organizar los vínculos humanos sobre principios de justicia. Destacó, entonces, que “no podemos deducir de ella el clima de una nueva Ética y mucho menos el de una nueva Moral (…) No es posible fundar sobre una ley técnica, desconectada de las razones últimas, una ley positiva, ni siquiera un tratado de buenas costumbres”.
    La ciencia podía contribuir al desarrollo material y económico de los países pero no consagraba un orden justo, ni un valor sobre el cual edificar una Comunidad libre. Perón consideró necesario dotar a los científicos y técnicos de sentido ético y propugnó que había que organizar su práctica en torno de nuevos valores sociales y colectivos.
     
    La cultura de las obligaciones humanas
    “La justicia no es un término insinuador de violencia, sino una persuasión general; y existe entonces un régimen de alegría, porque donde lo democrático puede robustecerse en la comprensión universal de la libertad y el bien general, es donde, con precisión, puede el individuo realizarse a sí mismo, hallar de un modo pleno su euforia espiritual y la justificación de su existencia”.
    Juan D. Perón
    Perón consideró necesario forjar una cultura nacional que fuera capaz de oficiar como un marco de acción valorativo y práctico para el actuar solidario de los hombres y de los grupos.
    La Comunidad tenía que organizarse en torno a una nueva moral que reforzara el sentido de las obligaciones del individuo para con su sociedad. El liberalismo se había centrado en los derechos del hombre y era hora de ahondar en sus obligaciones y deberes.
    Perón insistirá en la necesidad de crear una conciencia acerca de los imperativos públicos de los pueblos. El individuo tenía que adquirir una conciencia social que lo lleve a actuar buscando el orden justo, la emancipación colectiva y la autodeterminación popular. Había que “difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar, sino por la difusión de ese disfrute, abriendo sus posibilidades a sectores cada vez mayores de la humanidad”.
    La solidaridad y la colaboración tenían que forjarse como el nuevo vínculo entre los hombres y los grupos que iban a abandonar la lucha de clases ya que “combatir el egoísmo no supone una actitud armada frente al vicio, sino más bien una actitud positiva destinada a fortalecer las virtudes contrarias; a sustituirlo por una amplia y generosa visión ética”.
    La educación como medio de perpetuación del orden justo
    Una vez consagrados sus derechos sociales y los valores basamentales del orden justo, el pueblo organizado era responsable de mantenerlos en el tiempo. Para evitar la inestabilidad, el caos y los enfrentamientos de clases era preciso que “los valores morales creen un clima de virtud humana apto para compensar en todo momento, junto a lo conquistado, lo debido”.
    Consagrado el orden de justicia, los conflictos de intereses que surgieran iban a resolverse “persuadiendo a ceder a quienes pueden hacerlo y estimulando el progreso de los rezagados”. Habiendo transitado siglos de enfrentamientos y de guerras, el ser humano tenía que dejar atrás “el grito ronco”, “la amenaza” y “sangre” como medios de resolución de diferendos.
    La educación debía contribuir a conformar una conciencia solidaria y una nueva moral asentada en principios éticos sólidos, ya que “libre no es un obrar según la propia gana, sino una elección entre varias posibilidades profundamente conocidas”.
  2. La Comunidad Organizada en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional“Nuestra comunidad sólo puede realizarse en la medida en que se realice cada uno de los ciudadanos que la integran. Pero «integrar» significa, para nosotros, «integrarse»; y la condición elemental de la integración del ciudadano en la comunidad es que la sienta como propia, que viva en la convicción libre de que no hay diferencia entre sus principios individuales y los que alienta su patria”.
    Juan D. Perón
    Perón retomó el concepto de la Comunidad Organizada en el texto Modelo Argentino Para el Proyecto Nacional, publicado en 1974. A diferencia de 1949, su planteo estaba más centrado en cuestiones de organización política, que en debates con el campo filosófico y universitario.
    En línea con su postura de los años cuarenta, mencionó que la Comunidad Organizada era un sistema alternativo al modelo soviético y al materialismo capitalista y “la solución ideal debe eludir ambos peligros: un colectivismo asfixiante y un individualismo deshumanizado”.
    Perón consideró a la Comunidad Organizada como un paso necesario para lograr la soberanía política nacional, en el marco de un mundo en permanentes disputas imperialistas. Desde su óptica “los pueblos que carecen de organización pueden ser sometidos a cualquier tiranía. Se tiraniza lo inorgánico, pero es imposible tiranizar lo organizado. Además, como una vez expresé, la organización es lo único que va más allá del tiempo y triunfa sobre él”.
    El líder justicialista remarcó el hecho de que “no hay pueblo capaz de libre decisión cuando la áspera garra de la dependencia lo constriñe. De ahí que comunidad organizada significa, en última instancia, comunidad liberada”.
    La Comunidad tenía que organizarse con “objetivos” compartidos entre sus miembros. Para formularlos había que partir de una lectura real de las posibilidades políticas de cada época y la “objetividad” es fundamental para programar los objetivos de un pueblo. Perón solía explicitar este concepto con el razonamiento aristotélico de que “la realidad es la única verdad”.
    La Comunidad Organizada se vertebra con la labor permanente de los dirigentes conscientes y formados así como del pueblo organizado compartiendo “una doctrina que abre un amplio espacio de coincidencia aceptado por la mayoría”.
    En la democracia participativa y social justicialista el pueblo tenía que estar organizado de manera libre. Los dirigentes de conducción debían poseer una vocación de servicio público y conocimiento científico acerca de las cuestiones “relativas al desarrollo del país”. En este aspecto, Perón destacó que “no debe olvidarse que las organizaciones sirven en la práctica, básicamente, por la calidad de los dirigentes que están a su frente”.
    La Comunidad Organizada tenía que elevar los valores del “Hombre Argentino”, respetando sus costumbres y potenciando su ideal de justicia e igualdad. Desde su mirada, el punto de partida era la familia que “seguirá siendo, en la comunidad nacional por la que debemos luchar, el núcleo primario, la célula social básica cuya integridad debe ser celosamente resguardada”.
    De la misma manera que lo presentó en el año 1949, Perón consideró que la Comunidad tenía que desarrollar una “conciencia social” que sea capaz de forjar en el hombre el principio de “sus derechos inviolables, sin enajenar la comprensión de sus deberes”.                                                                                            (Agosto 2018)
    Bibliografía utilizada
    Buela Alberto (2009) Consecuencias Politológicas del Congreso de Filosofía del 49, CEID, Buenos Aires.
    Castellucci Oscar (2015) Cómo y por qué Juan Perón escribió el Modelo argentino para el Proyecto Nacional, Biblioteca del Congreso de La Nación, Buenos Aires.
    Farre Luis (1958) Cincuenta años de filosofía en Argentina,
    Galasso Norberto (2005) Perón, formación, ascenso y caída, Colihue, Buenos Aires.
    Jaramillo Ana (2009) Homenaje al 60 aniversario del Primer Congreso de Filosofía, EDUNLA, Buenos Aires.
    Perón Juan Domingo (1974) La comunidad Organizada, Secretaría de la Presidencia de la Nación, Buenos Aires.
    (2006) Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, Instituto Nacional Juan Domingo Perón, Buenos Aires.
    Piñeiro Iñiguez Carlos (2010) Perón: construcción de un ideario, Siglo XXI, Buenos Aires.
    Williams Roy (2015) Fenomenología del peronismo, Biblos, Buenos Aires.


[1] Oscar Castellucci menciona que Perón leyó solamente los capítulos del XVII a XXII, que componen el libro La Comunidad Organizada.
[2] La Conferencia fue convocada por los mandatarios de Egipto, India e Indonesia. Es bueno destacar que al momento de publicarse la Comunidad Organizadaaún no se había producido el proceso revolucionario y anticolonial de Nasser (1952) y los gobiernos de Nerhu (1947) y de Sukarno (1945) eran aún muy recientes.

La ideología neoliberal del "emprendedurismo"





La ideología "emprendedurista"
El capitalismo también se sostiene, y es exitoso, en la medida en que los oprimidos asumen como propio las ideas y discursos de sus opresores. Dice Paulo Freire en Pedagogía del oprimido que es peligroso cuando “Hablan como ellos, actúan como ellos, piensan como ellos, desean lo mismo que sus opresores”. Es así que en el discurso de la economía dominante se esté promoviendo la idea del "emprededurismo" como solución para aquella fuerza de trabajo que no es absorbida dentro del proceso de acumulación del capital, es decir, para el ejército laboral de reserva o la población desempleada. Bajo este discurso, se les motiva a que inicien con un negocio y que poco a poco irán escalando hasta convertirse en grandes empresarios. Se impone la ideología del individualismo y la competencia y como única fórmula "mágica" para ser "felices" la de ser un empresario capitalista.
La ideología neoliberal emprendedurista es funcional para seguir reproduciendo el sistema, materialmente y culturalmente. Materialmente porque, por un lado, por la misma lógica del capitalismo monopólico, estos "emprendimientos" terminan siendo expoliados [1] por el gran capital ya sea industrial, comercial o financiero. Y, además, en el plano de la consciencia, porque se reproduce una "falsa conciencia" del sujeto, de querer ser como el opresor. Es decir, lo que le interesa a la ideología neoliberal es que se vaya perdiendo el sentido de lo colectivo, de la organización, de la reciprocidad y solidaridad.
La base del proyecto neoliberal se vuelve entonces un proyecto de la individualización de todo. “Una economía hecha de trabajadores que se comportan como unidades-empresa, y no como grupos de asalariados, conlleva la generalización de la forma empresa. (…) una sociedad integrada bajo el principio rector de la forma empresa, que se infiltra en todas las relaciones sociales. También en la familia o en el Estado.” (Santos Ortega 2014; p.37). Hay, entonces, una colonización de los valores empresariales capitalistas en todos los ámbitos.
La falsa consciencia del sujeto
La ideología emprendedurista impone la idea de que el pobre es pobre porque no quiere ser un emprendedor, “si no emprendes, siempre serás un derrotado”. Incita a la competencia permanente, a ser un “triunfador”. Resalta como valores emprendedores, el talento, la innovación, el carisma, etc. Quien fracasa es porque no dispone de signos de éxito. Esconde que en realidad quien "fracasa" es por el resultado directo de lasr elaciones de expoliación del capitalismo monopólico. Y se ocultan los procesos sociales que han posibilitado el “talento” del emprendedor. Es decir, el rico no es rico por sus cualidades de “talento” individual, sino porque su riqueza ha sido creada por las relaciones de explotación de la fuerza de trabajo dentro del proceso de trabajo, la cual crea un plusvalor que no es reconocido ni pagado; además por la invisibilización del aporte del trabajo no remunerado y del cuidado que realizan, en su mayoría, las mujeres, para reproducir la fuerza de trabajo y mantener la vida. El burgués posee riqueza porque niega, oprime y explota. Esa es su racionalidad.
No hay tal talento, lo que hay es explotación y dominación en las relaciones sociales de producción. Entonces con la ideología emprendedurista, el sujeto pasa de asalariado que vende su fuerza de trabajo en el mercado laboral a considerarse un trabajador como “empresario para sí” (Foucault 2007). Esa es la trampa, es decir, no hay un reconocimiento de su lugar de enunciación como sujeto oprimido, hay un ocultamiento. Una falsa consciencia. Y, por tanto, se niegan las posibilidades de emancipación del trabajo.
"Resignificar" el concepto de emprender
En el sentido de la deconstrucción y resignificación de las palabras, si queremos darle un nuevo significado al concepto de emprender, diremos que emprender sí pero no en competencia, sino en solidaridad. Como por ejemplo lo entiende la “Asociación Solidaria de Comunidades Emprendedoras en Red” (ASCER) en San Sebastián y San Lorenzo, San Vicente, ellos y ellas lo asimilan y resignifican con otra lógica, con otra mirada, con valores de solidaridad y empatía, de ir propiciando una nueva consciencia. Su misión es la de “Fomentar un cambio de actitud de los productores y productoras por medio de acciones colectivas justas y solidarias que generen una dinamización económica y productiva local en nuestros municipios”. (Plan de trabajo de ASCER)
Estas nuevas relaciones de producción, van creando una nueva consciencia del sujeto, una consciencia solidaria. La cual va entendiendo que es necesario disminuir poco a poco las relaciones de vinculación con las empresas capitalistas, y de potenciar, por el contrario,la articulación intra e inter sectorial del sector de la economía solidaria. Que es necesario ir realizando compras y ventas de manera asociada y coordinada, creando sus propios circuitos financieros solidarios (grupos de autoahorro, bancos comunales, etc) y de compartir conocimiento, saberes y tecnologías.
De esta manera se va creando otra relación con la realidad, se va creando una nueva consciencia del sujeto, ya no individualista y competitiva, sino una consciencia colectiva y solidaria. Ya lo he dicho en otras ocasiones y quiero repetir: es necesaria otra práctica, pero también otra discursividad frente al pensamiento único.
Notas:
[ 1] ¿Cómo se dan las relaciones de expoliación? : a) Los productores de la producción mercantil simple o de valores de uso al no poseer autonomía y capacidad de negociación frente al capitalista (ya sea industrial, comercial o financiero), aceptan un precio de compra inferior al valor de la mercancía o de sus costos de producción, porque, precisamente, no posee otra alternativa; y b) la lógica del capital le determina al productor mercantil cómo producir, de la misma forma modifica la jornada su trabajo y la intensidad de su trabajo. De esta manera se da la subsunción indirecta del trabajo al capital, es decir la expoliación, y la apropiación extraordinaria de valor de su trabajo. Ver: Montoya, Aquiles (1998). Economía crítica. UCA editores, San Salvador

Bibliografía:
Santos Ortega, Antonio. (2014). La política en manos de los empresarios: el imparable ascenso de la ideología del emprendedor. Revista Papeles, Nº227. Pp. 29-43
Foucault, Michel (2007). Nacimiento de la biopolítica, FCE, Buenos Aires.
Freire, Paulo (1978). Pedagogía del Oprimido, Siglo XXI editores, Uruguay.

jueves, 29 de agosto de 2019

Partidos políticos

El siguiente enlace muestra la lista de partidos políticos de la República Argentina.

https://www.argentina.gob.ar/interior/observatorioelectoral/partidospoliticos

El enlace permite el acceso a las páginas de internet que poseen los mismos, y así se podrá analizar sus propuestas.

viernes, 21 de junio de 2019

Trabajo práctico

"Si la familia implica, por su naturaleza, estabilidad afectiva, sentimental y laboral, su destrucción resulta plenamente coherente con el proceso hoy en curso de precarización de las existencias conducido despiadadamente por el orden neoliberal".

Extracto de "El Contragolpe: interés nacional, comunidad y democracia", libro de Diego Fusaro.

1) ¿Por qué crees que es importante la estabilidad afectiva, sentimental y laboral hoy en día?

2) ¿Cómo se manifiesta para vos la falta de estabilidad afectiva, sentimental y laboral en nuestra sociedad?

3) ¿Por qué sería positivo para el orden neoliberal que los miembros de la sociedad carezcan de estabilidad en los planos mencionados (afectivo, sentimental y laboral)?

miércoles, 27 de marzo de 2019

La noción de poder político de Thomas Hobbes


Hobbes LeviatánPodemos rastrear desde tiempos antiguos una concepción, que denominaremos “fuerte”, sobre la relación entre la moralidad y la ley: aquella que explica que ambas evolucionan tan sólo como formas de control frente a la desmedida ambición individual de los seres humanos. Uno de los baluartes de esta posición fue Thomas Hobbes (1588-1679), autor de absoluta vigencia cuyos escritos pivotan sobre la reflexión al respecto de la medida en que el individuo ha de ser sometido a la sociedad o al Estado, asegurando finalmente que la ética debe desaparecer en beneficio de la praxis política. Hemos de imponer, a su juicio, un sistema social que salve al hombre de su propia individualidad. Algo similar a lo que, más tarde, propondría Arthur Schopenhauer en su férrea teoría del Estado.
Como ciudadano del siglo XVII, en Hobbes encontramos una fuerte dualidad y enfrentamiento entre las pasiones y la razón: los seres humanos son animales que, si bien poseen un potente aparato intelectual que les permite convivir gracias al despliegue de un sistema político, se hallan sin embargo sometidos a los avatares del mundo físico. La sociedad es una consecuencia no natural de nuestra evolución: los Estados responden a una creación racional humana, basada en un pacto entre iguales que beneficia a todos sus componentes.
Este carácter de creación, de artificialidad, otorga al hombre una formidable libertad para moldear la sociedad en la que vive, mientras que en su faceta estrictamente natural, por el contrario, no puede modificar su idiosincrasia (procurarse alimento, reproducción, nacimiento y muerte, etc.). Ante esta desvalida condición frente a la inamovible physis (la inamovible naturaleza), nuestro único poder estriba en la puesta en marcha de una realidad paralela y autónoma, independiente de cualquier dictado natural: el Estado. Al precio de someterse a la ley, el ser humano gana con ello una seguridad que le aleja del peligroso y amenazador estado de naturaleza, tesis que chocará frontalmente con las ideas de Rousseau, para quien, al contrario, es el aparato político y social en general lo que alimenta la definitiva degeneración de la condición humana, que originariamente tiende a hacer el bien. Hobbes, como vemos en la siguiente caracterización del estado natural, se sitúa en las antípodas del pensamiento de Rousseau:
La condición del hombre [en el estado de naturaleza] es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual cada uno está gobernado por su propia razón, no extiendo nada, de lo que pueda hacer uso, que no le sirva de instrumento para proteger su vida contra sus enemigos. De aquí se sigue que, en semejante condición, cada hombre tiene derecho a hacer cualquier cosa, incluso en el cuerpo de los demás. Y, por consiguiente, mientras persiste ese derecho natural de cada uno con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie (por fuerte o sabio que sea).
La noción de poder que emplea el inglés implica un volverse hacia sídel propio hombre, una búsqueda que no va más allá de él mismo: “el poder de un hombre (universalmente considerado) consiste en sus medios presentes para obtener algún bien manifiesto futuro”, definición antropológica que no se extrapola más allá del alcance propiamente humano. El poder no lo es sino con respecto a los hombres.
De esta definición de poder emanan a su vez dos subespecies: el poder natural, representado por las características del cuerpo y de la inteligencia (como la honestidad, la sinceridad, la afabilidad, etc.); y el poder instrumental, adquirido mediante las anteriores virtudes –aunque también pueda ser alcanzado mediante el azar y la suerte–. Inmediatamente después, Hobbes expresa que el mayor de los poderes al que puede aspirar un hombre es aquel que se obtiene a partir de la unión con sus semejantes, nexo que se llevará a cabo bajo el consentimiento de una persona natural o civil. He aquí el poder del Estado o de las asociaciones entre seres humanos. De ello se sigue, como asegura Hobbes, que hechos como el de tener siervos constituye poder, así como tener amigos y todas y cualquiera de las relaciones que puedan existir entre semejantes.
Hobbes
Un Estado por adquisición es aquel en el que el poder soberano se adquiere por la fuerza. Y por la fuerza se adquiere cuando los hombres, singularmente unidos o por la pluralidad de votos, por temor a la muerte o a la servidumbre, autorizan todas las acciones de aquel hombre o asamblea que tiene su poder sus vidas y su libertad.
Recordemos, en paralelo, que “Leviatán” es un término utilizado en distintos libros de la Biblia para referirse a un “monstruo escamoso y enorme”. Algunos especialistas lo identifican con el cocodrilo; otros, con ballenas o delfines (lo que, quizás, podría conducirnos a un análisis de la masa en términos parecidos al que llevó a cabo Elias Canetti). Pero ¿de qué manera y bajo qué mando han de asociarse los hombres? Es en este punto donde las teorías políticas de Hobbes adquieren su auténtica fuerza.
El argumento de este obstinado inglés expresa que el poder de los hombres reside en que deben poseer los medios adecuados para obtener un bien al cual desean acceder. Por otro lado, los seres humanos pueden coaligarse para sacar partido positivo de su unión. La cuestión es, a fin de cuentas, escrutar el modo de conseguir adeptos.
Para ello, Hobbes despliega una lista de facultades o características que inspiran y crean poder, entre las que se encuentran la popularidad, el éxito, la afabilidad, la prudencia, la nobleza, la elocuencia, las buenas maneras y las artes de utilidad pública. La ciencia, sin embargo, por estar sus descubrimientos sujetos a la corruptibilidad que otorga el tiempo, no sería dadora de poder. En una palabra: las virtudes catalogadas como atemporales son las que otorgan un poder efectivo al hombre, mientras que aquellas otras que se someten a las reglas del tiempo no son las más adecuadas para conseguirlo. Para entender del todo la noción de poder en Hobbes debemos retornar a la introducción del Leviatán, donde leemos:
La Naturaleza (el arte con que Dios ha hecho y gobierna el mundo) está imitada de tal modo, como en otras muchas cosas, por el arte del hombre, que éste puede crear un animal artificial. […] El arte va aún más lejos, imitando esta obra racional, que es la más excelsa de la Naturaleza: el hombre. En efecto: gracias al arte se crea ese gran Leviatán que llamamos república o  Estado (en latín civitas) que no es sino un hombre artificial, aunque de mayor estatura y robustez que el natural para cuya protección y defensa fue instituido; y en el cual la soberanía es un alma artificial que da vida y movimiento al cuerpo entero.
El hombre quiere poder, es más, el hombre es poder en potencia, siempre y cuando se cumpla el único requisito material que pone Hobbes: la asociación entre hombres. El requisito formal sería la configuración que han de adoptar aquéllos respecto de esa asociación. De esta manera, si bien el poder no es una cualidad innata del hombre, sí podemos decir que en el Leviatán todo hombre se sitúa bajo su halo; el pacto inicial con el que se confecciona el Estado o Leviatán precisa del acuerdo de los hombres que están sometidos a su Poder, con mayúsculas. Un poder que, en el Estado, ha de ser absoluto:
El poder soberano, ya radique en un hombre, como en la monarquía, o en una asamblea de hombres, como en los gobiernos populares y aristocráticos, es tan grande, como los hombres son capaces de hacerlo. Y aunque, respecto a tan ilimitado poder, los hombres pueden imaginar muchas desfavorables consecuencias, las consecuencias de la falta de él, que es la guerra perpetua de cada hombre contra su vecino, son mucho peores.
Leviatán
Por su parte, la estimación entre hombres queda definida como el precio que tiene un ser humano para los demás (precio relativo en tanto que depende de juicios ajenos y efímeros). No ha de importar la propia estima que un hombre tenga de sí, sino únicamente lo que somos para los demás. Por su parte, el Leviatán evitará que seamos, al menos, una amenaza para nuestros semejantes; es un medio para eliminar el miedo innato del hombre hacia el propio hombre, hacia la siempre temible opinión que desarrollamos y publicamos los unos de los otros. Un pesimismo antropológico que se traduce en la necesidad de forjar un Estado sin fisuras:
La condición del hombre en esta vida nunca estará desprovista de inconvenientes; ahora bien, en ningún gobierno existe ningún otro inconveniente de monta sino el que procede de la desobediencia de los súbditos, y del quebrantamiento de aquellos pactos sobre los cuales descansa la esencia del Estado. Y cuando alguien, pensando que el poder soberano es demasiado grande, trate de hacerlo menor, debe sujetarse él mismo al poder que pueda limitarlo, es decir, a un poder mayor.
De cive HobbesEl honor no es más que la manifestación del valor que mutuamente nos otorgamos, es decir, la estima que nos declaramos mutuamente. El honor se define en función de la estimación: a quien proporcionamos un alto precio trataremos de honrarle, mientras que ocurrirá lo contrario en caso de que tal precio descienda. Muy al compás del honor, damos con la definición de dignidad, a saber, la estimación pública de un hombre, que es el valor conferido a él por el Estado. Hay pues un reconocimiento de prestigio privado o particular, identificado con el honor, y un reconocimiento de prestigio público, siendo este la dignidad.
En relación al precio de los hombres, decidiremos si honrarles o deshonrarles; y nos dice Hobbes que obedecer es honrar, porque ningún hombre obedece a quien no puede ayudarle o perjudicarle. Para Hobbes lo que verdaderamente cobra importancia es lo que el Estado ve con buenos ojos; las opiniones particulares de los otros hombres son puramente subjetivas y no ofrecen ningún tipo de privilegio. Por el contrario, ser honrado por el Estado es signo de honorabilidad, lo que capacita a una persona, familia o asociación a disfrutar de títulos como los de conde, barón o marqués, y representarse a la vez por blasones o escudos: “reputación de poder es poder”, sentencia Hobbes”, pues “con ella se consigue la adhesión y afecto de quienes necesitan ser protegidos”.
En definitiva, el hombre es importante para el propio hombre en cuanto es susceptible de asociarse con sus semejantes; por lo demás, el Estado, o dicho de otra manera, el resultado de la asociación entre hombres (atemorizados por el mal que puedan causarse entre sí), este poder resultante, es el que en verdad cobra verdadera importancia en el contexto de la obra de Hobbes.
Porque aunque un hombre (cosa frecuente) se estime a sí mismo con el mayor valor que le es posible, su valor verdadero no es otro que el estimado por los demás.