LA ESENCIA DE LA POLÍTICA
Muchos autores han intentado proporcionar a la política un objeto específico. Algunos aseguran que este es el bien común; otros dirán que su objeto es el Estado o la "máxima institucionalización de una entidad política" (Weber, 2002: 8), y finalmente habrá quienes encuentren la especificidad de la política en el poder (Bobbio, Dahl, Duverger, etcétera). Como hemos visto, Maquiavelo coincide con estos últimos. "Uno de sus discípulos, Scioppius, hará resaltar que es cosa extraña a la política la afirmación de que el príncipe debe ser piadoso para ganar la vida eterna. Esto corresponde a la teología [... ] la política únicamente ha de investigar los medios por los cuales el poder se adquiere y se pierde" (Prelot, 1986: 145).
Resulta evidente en El príncipe que no interesa directamente al autor el bien común ni cuál sea la organización del Estado (república o principado de cualquier tipo), mientras se encuentre bien ejercido el poder.
Podemos decir incluso que su análisis no se remite al ejercicio del poder, sino también a los factores que influyen en su adquisición y conservación, y ha de ser por eso que dedica sus consejos a un "príncipe nuevo" que tendrá que defender constantemente su poder frente a sus súbditos y a las potencias vecinas. Maquiavelo presenta:
Cuatro maneras de adquirir el poder, a las cuales podrán corresponder diferentes maneras de conservarlo o perderlo. Se adquiere por virtus (es decir por energía, resolución, talento, valor indómito y si se quiere feroz) [...], o por fortuna [...]. Además, para ser completo, Maquiavelo tiene en cuenta las adquisiciones por perfidia, y hasta las adquisiciones por el favor, el consentimiento de sus ciudadanos. (Chevalier, 1955: 14)
Asimismo, los innumerables consejos políticos que llenan las páginas de El príncipe no tienen otro objetivo que el mismo poder. Cuando se recomienda al príncipe tener medios de coacción disponibles, cultivar los vicios necesarios, ser más temido que amado, o ser a la vez el zorro y el león, no se le está señalando el camino a la eternidad (fin religioso), ni a la riqueza (fin económico), sino al poder per se (entendiendo por éste, el fin político por excelencia).
La tendencia de Maquiavelo es evidentemente "abstraer la política de toda consideración y escribir acerca de ella como si fuera un fin" (Sabine, 1968: 255), haciendo del poder ese fin que justifica cualquier medio necesario.
Pero indudablemente, el poder es un concepto muy amplio, y que no se remite estrictamente al campo de estudio que abarca el florentino. Podemos hablar de un poder espiritual, de un poder económico, e incluso de un poder doméstico, que abarcan esferas de la realidad muy distantes a lo que Maquiavelo comprendía por política.
Para comprender el concepto de lo político en el autor de El príncipe, será necesario acotar la noción de poder al ámbito del poder claramente estudiado por él (el poder político).
A fin de entender el ámbito propio de la política, deberemos aplicar una segunda categoría. En este sentido, nos será útil partir de la definición dada por Carl Schmitt,3 según la cual existe una característica política específica: la distinción entre amigo y enemigo (Schmitt, 1999). Esta diferenciación independiza a la política de las otras disciplinas, pues cada una tendrá su distinción propia: lo ético se definirá por la distinción entre el bien y el mal, lo estético por lo bello y lo feo, lo económico por lo rentable y lo no rentable, lo religioso por lo divino y lo mundano, etcétera.
La política tiene un ámbito propio y distinto; podrá haber política religiosa y política económica, pero mientras exista la distinción entre amigos y enemigos, el ámbito es específicamente político.
Maquiavelo reconoce implícitamente la importancia de esta distinción para la política. En reiterados pasajes de El príncipe trata sobre cómo mantener y utilizar a los amigos (especialmente el pueblo y el ejército), de cómo tratar a los enemigos (tanto internos como externos), y deja en claro que el príncipe debe, en lo posible, evitar declararse neutral para ser un amigo o un enemigo franco (Maquiavelo, 2002: 120), lo que se traduciría, según este pensamiento, en tener una política clara.
Luis Leandro Schenoni*
* Licenciado en relaciones internacionales. Actualmente, dirige la revista Ágora Internacional.
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